La
comunidad china es cada vez más visible en nuestra sociedad. De hecho,
el número de inmigrantes chinos en España ha crecido a pesar de la crisis y, a diferencia de colombianos, bolivianos o peruanos, los chinos no han dejado de llegar a nuestro país. Según el Instituto Nacional de Estadística, la población china a 1 de enero de 2012 era de 175.813, 8.681 chinos más que el año anterior.
Principalmente vienen a España para hacer dinero y mejorar sus condiciones de vida porque la mayoría regresará a su país antes de morir. De momento, a ningún chino se le pasa por la cabeza acabar en cualquier crematorio o cementerio español. Tienen mucho apego a China. Tanto que la mayoría no llega a integrarse realmente en la sociedad española. Saben que están de paso y eso no se les olvida. De hecho, una de las principales «misiones» de los que emigran es enviar dinero a los que se han quedado en el país asiático.
Su vida en España no difiere en exceso de la que pueden llevar en China. Viven para trabajar y se quedan al margen de la sociedad española en todo lo que pueden. Tan solo se relacionan por motivos laborales.
Para empezar, los
chinosson muy tradicionales y familiares y en España, también. Por esta razón, conviven juntos. Cuando llegan aquí,
varias familias suelen vivir en un mismo piso de alquiler y a diferencia de las familias españolas, en las que los hijos acaban «volando del nido» con sus propios ahorros, los chinos ahorran en común. Es decir, los sueldos del padre, de la madre y de los hijos pertenecen a la unidad familiar. Así, en unos años, abandonan el piso de alquiler y se compran el suyo propio. Por ello no es de extrañar que esos hijos, que después se casan, acaben viviendo con sus suegros, tíos o hermanos bajo el mismo techo. No les importa.
El modo de vida chino
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Celebración del Año Nuevo Chino en Madrid |
Pero, para ello, han de trabajar mucho. Las jornadas laborales a las que están acostumbrados superan las 10 horas diarias y libran, como mucho, un día a la semana. Incluso puede que en un mes apenas libren tres días días. El
sistema laboral en España les extraña. Los festivos, los
puentes, etc. no existen para ellos. Tan solo el
Año Chino, una celebración sagrada que les permite cogerse una semana de descanso.
En lo que tampoco cambian es en su alimentación. Su dieta se basa principalmente en el arroz. Lo más normal es que un chino no intente hacer un cocido o una fabada por muchos años que pase en España. Son fieles a sus tradiciones y en la gastronomía también. Las empanadillas chinas, las sopas en todas sus variantes, el tofu o el cerdo les encanta. Siempre cocinan a la manera tradicional china y sin que la salsa de soja falte.
Nunca comen con agua, siempre con té, al principio o al final de la comida, nunca de acompañamiento. Eso sí, les encantan los zumos y las frutas, todo un tesoro para ellos.
Tampoco se les ocurre nunca acudir a la consulta médica. La Seguridad Social es para ellos inexistente. No confían en un médico. Solo en la medicina tradicional. Además, son muy supersticiosos y religiosos.
Los juegos de mesa tradicionales chinos ocupan el poco tiempo libre que les queda, aunque también el karaoke. Les encanta cantar. Todo lo contrario les sucede con el deporte. En España, muy pocos logran aficionarse al fútbol. Prefieren el baloncesto o el béisbol.
Por www.abc.es