Amor falso:
—Se caracteriza por la búsqueda individualista de la propia satisfacción. Es algo que se busca y se hace para uno mismo.
—Se fundamenta principalmente en el placer sexual: más que «dar amor» busca un «amor egoísta».
—La búsqueda de placer se convierte en una cadena que ata, pesa y esclaviza. Al final el sexo no produce satisfacción completa y debe ser continuamente repetido y/o sustituido.
—Se llega a utilizar la propia intimidad como objeto de intercambio ocasional: es dar el cuerpo sin haberse entregado a uno mismo. Te conviertes en persona-objeto.
—Se vive siempre el momento, la improvisación. Te incapacita para asumir metas altas, valores duraderos.
—Una relación física sin compromiso es necesariamente provisional: induce a pensar que aún está por llegar alguien mejor.
Amor verdadero:
—Es paciente, da paz y tranquilidad. Sabe esperar: disfruta de cada momento sabiendo que va construyendo su vida y sus ideales, su conciencia y su personalidad.
—No quiere quedarse en las meras sensaciones, sino buscar la verdad que hay en ellas, su valor más profundo.
—Se acomoda al ritmo natural de la maduración del amor: no se trata de reprimir las tendencias, sino de saberlas dirigir y para eso se necesita aprendizaje y maduración personal.
—Sabe que la libertad no está en hacer lo que me viene en gana, sino en saber gestionar las ganas para saber si conviene.
—No toma decisiones precipitadas y sin pensar en las repercusiones. Fomenta el autodominio y la autoestima: busca el bien para sí y para la otra persona.
—La relación está basada en la comunicación, en el conocimiento y aceptación mutua y tiende a la exclusividad y a la eternidad.
Fuente: Jokin de Irala e Ignacio Gómara, investigadores de la Universidad de Navarra y autores de «Nuestros hijos... quieren querer».
Por www.abc.es