1. La bala más lenta de la historia
En 1883, Henry Ziegland cortó la relación con su novia, quien completamente abatida y destrozada por la situación, acabó suicidándose. El hermano de la joven, enfurecido por el suicidio de su hermana, persiguió a Ziegland y le disparó en el jardín de su casa. Creyendo que lo había matado, el supuesto asesino se suicidó también. Pero el agredido sobrevivió, ya que la bala sólo le rozó la cara y se incrustó en el tronco de un árbol.
Pero 20 años más tarde, esa misma bala fue la causante de su muerte. En 1913 Ziegland decidió cortar el árbol y, como era tan grande, quiso hacerlo volar con dinamita. La explosión provocó que la bala del árbol se propulsara y acabara impactando en su cabeza, algo que le hizo morir en el instante.
2. La historia de un globo y dos niñas llamadas Laura Buxton
En junio de 2001 una niña de diez años llamada Laura Buxton escribió su nombre y su dirección en un trozo de papel y lo pegó a un globo de helio. La joven soltó el globo desde su jardín y éste recorrió unos 225 kilómetros hasta que aterrizó en el jardín de otra niña de diez años que casualmente se llamaba Laura Buxton.
La segunda Laura se puso en contacto con la primera. Tras intercambiar informaciones sobre sus vidas, ambas descubrieron que las dos tenían el pelo claro, un perro labrador, un conejo y un conejillo de indias.
3. Una fotografía de guerra
Dos años más tarde, la misma mujer compró una placa fotográfica virgen en Frankfurt (a casi 200 Km. de distancia de Estrasburgo) para hacer una foto de su hija recién nacida. Al ser revelada, esta placa mostró una doble exposición, mostrando la imagen de su hija tomada en 1916 superpuesta a la del hijo fotografiado en 1914. Por increíble que parezca, la placa dejada en Estrasburgo fue confundida con una placa virgen, y vendida como tal en Frankfurt dos años después, a la misma mujer.
4. Hugh Williams: un naúfrago en el tiempo
5. El verdadero Harry Potter
6. Un bebé y su doble salvador
7. Anthony Hopkins y el libro perdido
El actor que dio vida a ‘Hanibal Lecter’ también protagonizó una de las coincidencias más sorprendentes del cine. En 1973, Hopkins decició aparecer en la versión cinematográfica de la novela ‘La mujer de Petrovka’, de George Feifer, que no había leído. En ese momento, el actor salió de su casa en Londres para comprar el libro. Para ello cogió el metro con el fin de ir a una librería, pero la novela estaba agotada, así que decidió volver a casa. Hopkins hizo el mismo camino de vuelta y cuando accedió al metro y se sentó en un banco se percató de que alguien había dejado un libro lleno de anotaciones, que casualmente era el libro que había estado buscando.
Dos años después, durante el rodaje de la película, Hopkins conoció a George Feifer, quien le contó cómo dos años antes le había prestado a un amigo su ejemplar plagado de anotaciones, y cómo éste lo había perdido en el metro. En ese momento se dieron cuenta que Hopkins no sólo había encontrado el libro que buscaba, sino que era el ejemplar del propio autor.
8. Mayor Summerford y los rayos que provocaron su muerte
Dos años después, el oficial consiguió recuperarse En 1930, mientras paseaba por un parque, otro rayo le paralizaba el cuerpo por completo. Dos años después moría, pero su historia con los rayos no acababa ahí. En 1936 un rayo cayó en su lápida y se destruyó por completo.
9. Titán y Titanic
Pero la historia se hizo realidad 14 años después. En abril de 1912, el lujoso barco ‘Titanic’, el barco más grande de su época, del cual se decía que era “prácticamente insumergible”, naufragó en idénticas circunstancias a las descritas por Robertson, cuyo ficticio buque poseía características muy similares a las de Titanic: el número de pasajeros, tripulantes y botes salvavidas, el tonelaje, la magnitud e incluso la velocidad del impacto con el iceberg fueron los datos prácticamente exactos a los que cuenta el autor en su novela.
10. Richard Wagner y su obsesión por el número 13
Vía: Que.es