Le diagnosticaron cáncer con 90 años, rechazó la quimio e hizo algo fascinante


Admiro la elegancia y tranquilidad con la que los animales viejos aceptan la muerte. Llegado el momento, se retiran para descansar hasta que la dulce muerte les visita. Es triste y conmovedor, sí… pero no tiene nada de absurdo. Parece que ellos saben aceptar el final mucho mejor que nosotros.

Nada más. Nada menos. Simple e inteligente, nada que ver con la tozudez humana y su empeño por arañar, a toda costa, unos minutos más de vida.

Y es que la mayoría de los enfermos hipotecan los últimos días de vida a cambio de la vana esperanza de prolongarla. Una decisión que, aunque habitual, si eres muy mayor y has vivido una vida plena, puede que no sea la más acertada.

Al menos esa es al opinión de Norma, una mujer de 90 años que ha rechazado su tratamiento contra el cáncer para poder aprovechar los días que le quedan viajando con su hijo. Esta es su historia.


Esta es Norma, tiene 90 años y se está muriendo. Hace 1 año fue diagnosticada de cáncer de útero, solo dos días después de que su marido falleciera.


Inmediatamente, los médicos le propusieron una larga lista de tratamientos para hacer frente a su enfermedad. Con meticulosidad le explicaron todos los procedimientos de cirugía, radiación y quimioterapia a los que tendría que someterse en los meses venideros.


Tras escucharles con atención, Norma los miró fijamente y con su fuerte voz dijo: “Tengo 90 años, me estoy muriendo, pero no voy hacerlo en el hospital”.


Así, rechazó todos los tratamientos para poder disfrutar del tiempo que le queda en compañía de su hijo.


Cuando tomó la decisión, no solo sopesó el dolor, la angustia y la debilidad que las operaciones y post operatorios tendrían sobre ella y su salud, sino también para la de sus allegados.


Por no hablar del perjuicio económico que tendría sobre sus ahorros, los cuales prefería gastar en viajes y experiencias.


Así pues, Norma se embarcó con su hijo en un viaje en caravana por EE.UU.



Al principio, sus médicos estaban muy sorprendidos, pero después lo comprendieron perfectamente. 



“Como médicos estamos acostumbrados a enfrentar el cáncer todos los días y siempre proponemos las mejores alternativas para superarlo. Pero lo cierto es que los efectos secundarios son terribles y, honestamente, no hay garantías. Si yo estuviera en la situación de Norma, me gustaría tomar su misma decisión”.


En el último año, Norma ha recorrido las principales capitales, lugares emblemáticos y monumentos de Estados Unidos, y algunos países extranjeros como China.


La ruta está siendo una magnífica experiencia que la mantiene vital y llena de alegría.



Su aspecto es de una persona feliz, que acepta la muerte mientras le saca el jugo a la vida.


La muerte, la enfermedad y la manera de enfrentarse a ellas son una opción íntima y personal. Ninguna es mejor que otra y todas son respetables.

Tal vez la de Norma, por ser poco habitual, es digna de mención. Cabe destacar, que ahora no siente dolor pero sí aceptó la medicación paliativa cuando la necesite, pues aunque no quiere prolongar su vida o desperdiciarla en la cama de un hospital, no desea sufrir.

Desde aquí le mandamos todo nuestro respeto y cariño y le damos las gracias por enseñarnos que, ante la muerte y en su caso, se puede luchar y perder o simplemente aceptarla.

Fuente: wimp.com