Esta trabajadora no olvidará jamás el día en el que, en un ataque de empatía y generosidad con su jefa, decidió donarle uno de sus riñones… y es que en vez de estarle eternamente agradecida por ese gesto, que sería la reacción más normal, decidió despedirla por haber faltado de su puesto de trabajo… ¡como consecuencia del posoperatorio de la intervención!
El New York Post ha recogido esta historia tan tragicómica en la que Debble Stevens, una humilde trabajadora estadounidense, quiso tener un gesto de agradecimiento con su jefa, quien por culpa de una enfermedad renal estaba obligada a pasar por el quirófano y encontrar un donante compatible.
Stevens no lo dudo y acudió al hospital para ceder su órgano a su jefa, Jackie Brucia, quien por cierto ya había encontrado otro después de que Debble hubiera donado el suyo. Por circunstancias de la vida, el órgano que esperaba Brucia no llegó nunca, y el riñón de su empleada resultó no ser compatible.
Esta es la “malvada” jefa:

La noticia fue un duro varapalo para ambas, y Debble, por su parte, necesito varios días de reposo en su casa por culpa de la complicada intervención. Pero su jefa no fue comprensiva con este hecho, y por lo visto esto es lo que le recriminó a Debble:
¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no estás en el trabajo? No se puede entrar y no salir cuando uno quiera. La gente va a pensar que te trato de forma especial.
La cosa no quedó aquí: Brucia empezó a acosar psicológicamente a esta mujer cuyo único delito había sido intentar darle un riñón para que su calidad de vida mejorara. Por ejemplo, Debble ha contado que la mandó a un concesionario a 50 kilómetros de su casa y en un barrio muy conflictivo. No contenta con esto, Brucia fue mucho más lejos: al cabo de unos días su subordinada recibió una misiva que no esperaba, ¡había sido despedida!
Debble, hundida, ha declarado lo siguiente:
Después de su generoso gesto, esta mujer ha acabado en la calle y con dos niños pequeños a su cargo. ¡Lamentable!
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