Desde el más allá, dondequiera que esté, los fallecidos se comunican en perfecto inglés. Este es uno de los grandes descubrimientos que le debemos a Anne Germain, la “médium” británica que ha conseguido, en sus mejores y más edulcorados momentos de conexión con los muertos.
Desde el plató de Telecinco, que el 22% de la audiencia siguiera su programa, Más allá de la vida. Aquel exitazo de audiencia se consiguió cuando visitó el plató Alicia Hornos, madre de la joven asesinada en 1999 Rocío Wanninkhof para ponerse en contacto con su hija, y no fueron pocos quienes denunciaron que hay “fantasmas” con los que no se debería jugar.
Anne Germain se embolsa entre 12.000 y 15.000 euros por programa, y no importa las veces que los expertos expliquen que lo que dice son solo banalidades. Para manipular las emociones y buena fe de sus víctimas, el secreto de médiums y videntes es utilizar lo que se conoce como “lectura en frío”, que incluye las llamadas “afirmaciones Barnum”, frases generales que nos parecen relevantes a nosotros, pero lo son para cualquiera. En la visita que el escritor Antonio Gala hizo a la médium de Tele 5 no había manera de que los muertos acertaran. El asunto llegó a tal extremo que la vidente describió a un señor con uniforme muy importante en la vida de Gala. Como no lo reconocía, el presentador, Jordi González, llegó a decir que quizá se tratara de su padre fallecido, “un médico muy estricto”, y de ahí lo del uniforme militar. Vamos, que si hay que atar hilos, pues lo hacen mejor que las arañas.
El programa Dimensión Límite, dirigido y presentado por David Cuevas en la emisora madrileña RK20, se infiltró en el plató, entre el público. Demostraron cómo los responsables del programa recogen previamente información de cada uno de los asistentes, y que algunas partes del montaje se alteran o suprimen antes de emitirse. Pero que apeste a fraude no evita su éxito.
Crujir... de nudillos
Los expertos en desmantelar fantasmas llevan siglos (sí, siglos) desenmascarándolos, pero no hay manera de exterminarlos. El caso de las hermanas Fox, iniciadoras del espiritismo en su forma actual, con sesiones de espiritismo y ambiente misterioso y solemne, es un buen ejemplo.
En 1848, Kate y Margaret Fox, de 15 y 12 años de edad, decidieron asustar a su madre usando una manzana atada con un hilo para dar golpes contra el suelo y después elaborar otros trucos, incluido el chasquearse los nudillos de los dedos de los pies, afirmando que los sonidos los provocaban “los espíritus”. Leah, la hermana de 34 años, vio el potencial del negocio y emprendió la promoción de las chicas, cobrando por exhibir su capacidad de hablar con los muertos. Al llegar a Nueva York en 1850, lograron impresionar al editor del diario estadounidense más importante del momento, el New York Tribune, Horace Greeley, quien no solo las alojó en su hogar durante unos días, sino que utilizó su diario para promulgar las maravillas de las hermanas Fox, asegurándoles muchos años de éxito y buenos ingresos.
El alcohol y la mala administración, sin embargo, dejaron a las hermanas en la ruina. En 1888, en presencia de Kate, Margaret demostró ante el público cómo producía los sonidos “de los espíritus” e hizo una amplia confesión que se publicó en varios medios el 21 de octubre de 1888. Su confesión nunca alcanzó la difusión (y credibilidad) de los elogiosos reportajes de 1850.
Rectificar a tiempo
En el misterio mediático de hoy en día cabe todo, de las supuestas comunicaciones con los muertos de Anne Germain a las pulseras PowerBalance, las afirmaciones de curaciones mágicas, los programas astrológicos de numerosos canales de televisión, dietas milagro, avisos del fin del mundo… y hasta terrores mal hechos, como un vídeo de YouTube de un conejo sin orejas presentado como mutante de Fukushima. En varios medios nacionales coló el hallazgo del Arca de Noé (algo similar a decir que se ha encontrado el carruaje de la Cenicienta). Un informativo serio, como el de La Sexta, puede sorprendernos hablando de unas terribles nuevas drogas acústicas que resultan ser un fraude, o atribuir una muerte masiva de aves en Kansas la Nochevieja de 2010 a la proximidad del fin del mundo, a alguna conspiración o a imaginarios ensayos de armas químicas… Pero nunca informó de que las drogas no existen, ni de que las muertes de aves son comunes y de que, en este caso, un inopinado festival de fuegos artificiales en condiciones atmosféricas singulares provocó que cientos de miles de aves echaran a volar a ciegas, de noche y presas del pánico, chocando contra edificios, cables, árboles…
En la guerra del share, el porcentaje de espectadores que ven un canal u otro, no hay afirmación descabellada que no pueda colarse si tiene el apoyo de un “famoso”, el dinero de una empresa o al menos la irresponsabilidad de alguna agencia. Y así fue siempre. Los grandes fantasmas de la historia se hicieron famosos gracias a los medios de comunicación.
New York Tribune, 1850: las hermanas Fox afirman comunicarse con los espíritus de los muertos. Daily Mail de Londres, 21 de abril de 1934: una supuesta fotografía del monstruo del lago Ness de las Tierras Altas de Escocia. East Oregonian, 25 de junio de 1947: el empresario y piloto Kenneth Arnold observó durante un vuelo “nueve aeronaves con forma de bumerán, volando en formación”. El Ideal, 19 de septiembre de 1971: un “rostro” aparece y desaparece en el fogón de una casa en Bélmez de la Moraleda, en la provincia de Jaén.
Todas estas historias son verdaderos estándares del misterio que años e incluso siglos después siguen vendiendo libros, llenando revistas y emisiones de radio y televisión, contándose con emoción, justificando subvenciones y entusiasmando a un público que se queda con la mitad de la historia. En ciertos casos, incluso, la prensa ha encubierto directamente a algún embustero de pro. Fue el caso del madrileño Joaquín María Argamasilla de la Cerda y Elio, que afirmaba que había sido estudiado por la Academia de Ciencias francesa y que, con los ojos vendados, podía ver lo que había en el interior de unas cajas metálicas cerradas, o la hora en relojes con tapa. Desde su primer show de Nueva York, en mayo de 1924, Harry Houdini, legendario mago y desenmascarador de embusteros paranormales y sobrenaturales, demostró cómo el joven podía abrir ligeramente las cajas metálicas que él mismo suministraba para poder ver su interior subrepticiamente. Pero algunos diarios españoles prefirieron asegurar que había sido el español quien había puesto en ridículo a Houdini, quizá por simple nacionalismo, quizá por quedar bien con el padre del “chico con la visión de rayos X”, que era marqués de Santa Cara.
Platillos volantes a gogó
El embuste más antiguo es, sin duda, el horóscopo, que no consigue hacer predicciones fiables pero mantiene el interés del público desde hace más de 4.000 años. Sobrevive junto a un mito moderno: el de las visitas extraterrestres, favorito de los medios desde 1947. Uno de los decanos de la prensa escandalosa y poco rigurosa de Estados Unidos, el National Enquirer, famoso tabloide sensacionalista, lanzó en 1975 un premio a la mejor historia de extraterrestres. Los cinco mil dólares del premio tentaron al leñador Travis Walton, quien después de ver un programa de televisión sobre la abducción de Betty y Barney Hill, desapareció cuatro días y reapareció asegurando haber sido secuestrado por alienígenas… Pero a tiempo para reclamar el premio junto con sus compañeros y testigos.
Al construir su memoria del acontecimiento, Betty Hill echó mano de un extraterrestre que había aparecido doce días antes de su supuesto secuestro en la serie de televisión Outer Limits, la base de todos los ET de grandes ojos que hoy ocupan el imaginario ovni.
El ciclo se cerró elegantemente cuando Travis Walton vendió su historia para realizar la película Fuego en el cielo, de 1993. El caso Walton dejó claro que ser secuestrado por extraterrestres era un buen negocio.
Con la cuchara grande
A principios de la década de 1970, el israelí Uri Geller tomó por asalto los medios con sus supuestos superpoderes otorgados por alienígenas, expresados curiosamente en la capacidad de doblar cucharas y, con menos frecuencia, llaves, además de reparar relojes. Uri Geller fue, y en cierta medida sigue siendo, producto de la televisión. Presentadores poco avisados, listos para asombrarse y necesitados de evocar en su público emociones profundas que garantizaran grandes audiencias, eran frutas maduras para que las recogiera Geller con sus interminables historias, su atractivo físico (eso que hoy llaman “telegenia”) y su aire de chico bueno.
Estas características singulares de Geller hicieron que se le perdonara todo y que pasaran inadvertidos todos los datos que lo desenmascaraban una y otra vez, incluidos los que publicó en La Vanguardia el 19 de septiembre un grupo de 10 distinguidos científicos españoles. Y es que las loas a Geller aparecían en primeras páginas, como la portada con tres fotografías que le dedicó ABC el 9 de septiembre, mientras que las críticas y revelaciones incómodas iban en las páginas finales.
‘CARAS’ MUY CARAS
Dinero, dinero, dinero… Los fantasmas también se mueven por el vil metal. Un programa de media hora cada madrugada en un canal de TDT de una de las grandes teles nacionales tiene un coste de 35.000 €. Producir el programa puede costar otros 40.000. ¿Cuánto tiene que ganar una empresa con un teléfono 806 para poder pagar 2.500 euros de publicidad en televisión cada día, más otros anuncios y sueldos? Hablamos de publicidad por más de seis millones de euros al año en todos los canales y programas esotéricos.
Las Caras de Bélmez® (sí, marca registrada) fueron una importante fuente de ingresos para María Gómez Cámara desde que fueron anunciadas en 1971 y objeto de numerosos libros, artículos y conferencias, pese a la obvia mala factura de los dibujos y a esperpentos como la aparición (y posterior desaparición) de rostros de Franco e Isabel Preysler. Hoy, animada por un grupo de creyentes en lo paranormal, la Diputación Provincial de Jaén ha sacado a licitación un Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez® con dinero del Fondo Europeo de Desarrollo Rural por un gasto total de 768.457,73 €. El insólito museo contará con un centro de conferencias, una sala con fotos de las caras y otra con supuestas psicofonías.
Acabar con las “fantasmadas” no parece fácil, y más cuando gozan de tanta popularidad. Quizá el golpe más certero sea una propuesta en forma de ley que llega de Rumanía, donde desde el 1 de enero de este año ha entrado en vigor el impuesto a la brujería, por lo que cada nigromante pagará un 16% de sus ingresos al cotizar como “profesiones oficiales” las de adivino, bruja, vidente y similares.
Fuente: quo