Lo esencial es invisible a los ojos. O por lo menos eso nos ha enseñado uno de los libros fundamentales en el mundo, una de las obras que acercaron la lectura a millones y un cuento que nos demostró la maravilla de viajar a otras tierras mediante la lectura. “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry es ese navío interestelar que a muchos nos posibilitó en la infancia (e incluso en la adultez) un encuentro no con seres fuera del planeta, sino con distintos rostros de nuestro corazón, con múltiples reflejos de nuestro rostro.
Podríamos considerar como un intento perfecto el retomar algunas frases del libro y convertirlas en tatuajes, en adornos de ese cuerpo que no se puede dar licencia para convertirse en un obtuso ser de edad mayor.
Algunas sugerencias podrían ser las siguientes; esas enseñanzas básicas que deben perdurar en nuestro entendimiento y, así, entender que nuestra existencia es extraordinaria y que ningún fin podrá desvanecerla nunca.
“Todo lo esencial es invisible para los ojos”.
“Creo que para escapar, tomó una migración de aves salvajes”.
“Te haces responsable, por siempre, por lo que has hecho”.
“Recuerda que todo cambia”.
“Y sentado sobre el pasto, lloró”.
“Le mostré mi dibujo a los grandes y les pregunté si el dibujo les asustaba”.
“Para mí serás único en todo el mundo”
“Es una locura odiar a todas las rosas porque una te pinchó”.
FUENTE: CULTURA COLECTIVA