Megan Ham es una niña de 11 años que vive en Vancouver, Washington, donde su familia la cuida ininterrumpidamente en vista de que no puede valerse por sí misma. Por desgracia Megan tiene una enfermedad neuronal sumamente rara que se conoce como lisencefalía o hipoplasia cerebral, de la cual solo se conocen mil quinientos casos en niños de todo el mundo.
La lisencefalía es una condición innata, por lo cual los médicos de la niña aseguraron a sus familiares que difícilmente pasaría de su segundo año de vida. Pero si, como fue el caso, sobreviviría, entonces nunca podría expresar emociones o reconocer a otras personas.
Ahora, sin embargo, Megan tiene ya once años y, lo que es todavía más sorprendente, parece responder satisfactoriamente a un impulso del exterior, nada menos que la música del joven cantante canadiense Justin Bieber.
Según su madre, la niña nunca tiene suficiente del cantante y, según uno de sus maestros, las canciones de Bieber mantienen a Megan feliz y cómoda durante el día.
La familia de Megan se siente optimista de que este raro acontecimiento permita, en un futuro próximo, que su hija pueda interactuar con ellos.
Bromas con una dosis de humor negro se generan en las redes sociales, diciendo que es preferible morir a vivir sólo escuchando la música de Justin Bieber.
Este extraño caso de biebermanía, nos recuerda en sentido opuesto a la niña a la que la música de Hannah Montana la produjo una forma de epiliepsia y, entre celebridades y neuronas, el bizarro descubrimiento de “la neurona Jennifer Aniston”.
Fuente: Pijamasurf.com / huffingtonpost.com