Ingeborg McIntosh no lo tuvo fácil a la hora de adoptar a su hijo. Jordan era un recién nacido que fue dejado en un hogar de acogida y ella tardó cuatro años el convencer a su madre biológica para que le dejara adoptarle. ¿La razón? Ella quería que su hijo fuera a parar a una familia negra.
Pero desde que Ingeborg y Jordan se conocieron se hizo obvio que tenían un vínculo especial. Cuando nadie demostró ningún interés en el niño, Ingeborg finalmente pudo adoptarle. "Le pusieron en mis brazos y fue amor a primera vista", cuenta ella. Pero 20 años después la vida dio un giro dramático...
La familia McIntosh cuidó a unos 125 niños temporalmente a lo largo de los años, pero nadie robó tanto su corazón como Jordan.
Jordan se crió en la casa de Ingeborg, pero su madre biológica no quería que la familia le adoptara. Prefería que tuviera unos padres adoptivos negros.
Pero fue imposible encontrar un hogar para Jordan, así que cuando el niño tenía 4 años fue adoptado por Ingeborg.
Dos décadas después, Ingeborg recibió una noticia difícil: los médicos le informaron que tenía una enfermedad poliquística en el riñón y necesitaba un tranplante. Jordan decidió que no podía quedarse y mirar cómo su madre sufría. Decidió actuar sin que su madre conociera sus planes.
“Siento como si estuviera destinado en mi vida", dijo Jordan.
“Con suerte puedo hacer más por ella a medida que se hace mayor, pero por el momento es lo mínimo que puedo hacer".
Cuando Jordan habla de su madre, su amor y devoción son claras: no puede hablar de su bondad sin casi ponerse a llorar.
“Todo lo que ella ha hecho por mi desde que era un niño, sólo quería devolvérselo y demostrarle lo mucho que la aprecio".
A pesar de la lucha y los tiempos duros, esta historia termina felizmente. Todo gracias al fuerte vínculo entre madre e hijo.
Por favor, comparte esta historia con tus amigos si estás de acuerdo con que Ingeborg ha hecho un magnífico trabajo criando a un hombre del que puede estar muy orgullosa.
FUENTE: NEWSNER
FUENTE: NEWSNER